martes, 1 de abril de 2008

¿SEÑORA O SEÑORITA?

“Y la mujer que no está casada y la doncella se preocupan por las cosas del Señor, para ser santas tanto en cuerpo como en espíritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.
1º. Corintios 7:34


¿SEÑORA O SEÑORITA?

En el consultorio del ginecólogo, la mujer, después de ser examinada se dirige hacia el escritorio del médico; quien la recibe con una amplia sonrisa diciendo: “señora, le tengo buenas noticias” –¡señorita doctor! –le contesta ella. Entonces el doctor le dice: “perdón señorita, ¡le tengo malas noticias!”. Todo depende del cristal con que se mira. Como supondrán la noticia era la de un embarazo. No es lo mismo la noticia para una señora que para una señorita.

Como mujeres, tenemos la oportunidad de hacer trabajo para la obra de Dios desde la casa o dondequiera que estemos. Y según nuestro estado civil contamos con más o menos oportunidades. Muchos creen que las señoras sirven al Señor Jesucristo y existe la creencia de que una mujer que trabaja solo en la casa tiene más tiempo. Lo que algunas veces tiene es menos sueldo. Pero es un trabajo de nunca acabar.

Una señorita, joven o mayor, pero soltera, puede disponer de su tiempo y darle lo mejor de su vida al Señor. Lo que muchas no saben ni se imaginan es que el Señor es galardonador de los que le buscan. Cuando uno le busca en su juventud Él nos recompensa durante toda la vida. Y si no nos apartamos de sus caminos, Él no deja de darnos la recompensa.

Algo bonito es saber disfrutar del servicio a Dios. No verlo como una carga o mucho menos una penitencia. El estar todos los días en su casa, como dice la Palabra “es mejor un día en tus atrios que mil fuera de ellos”. No es precisamente, en la iglesia, porque hay muchas actividades donde estamos con los hermanos, en diferentes lugares.

En cualquier lugar podemos andar evangelizando, o sea, compartiendo las buenas nuevas de salvación, ayudando, sirviendo, haciendo obras sociales, en retiros, en conciertos, en actividades recreativas con propósito, en desayunos, talleres, congresos, y muchas otras cosas que podemos hacer para Dios.

Pero como dice Pablo, las casadas deben tener cuidado de su marido, de agradar a su esposo, y eso requiere tiempo aparte, para no tener quejas de parte de él. Debemos arreglarnos para el esposo, y eso es una forma de preparación para nuestro esposo celestial, estamos conscientes de que somos comprometidas con el Cordero de Dios, y habrá una gran boda allá en el cielo, a la cual debemos asistir, como la novia, no podemos llegar de invitados.

Realmente si no damos la talla, de novia, ni siquiera podemos hacernos la ilusión de ver esa boda de lejos, o desde afuera, porque cuando se cierren las puestas, adentro habrá fiesta, gozo, vino, aceite, alegría y regocijo; pero afuera habrá “lloro y crujir de dientes” o sea que según la Biblia no espera nada bueno al que se queda fuera.

Muchas personas dicen que para que se van a preparar para las bodas del Cordero si sus amigos seguro se quedarán fuera, ni modo, quieren acompañarlos; eso no deberían decirlo ni siquiera en broma.

Vale la pena prepararse para el acontecimiento más grande en la historia. Más hermosa boda que la de cualquier pareja de la tierra. Reyes, príncipes, presidentes, nadie ha vivido lo que nosotros viviremos en el cielo. Es una realidad, y pronto se llevará a cabo.

Así que señora o señorita, casada o soltera, debemos aprovechar cualquier oportunidad que tengamos para servir a Dios y hacer tesoros en los cielos, donde nada se deteriora, donde no hay polilla que arruine las cosas, ni ladrones que las hurten.

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