martes, 15 de abril de 2008

JESÚS MI EJEMPLO DE VIDA II

“Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”
Juan 15:10

SU OBEDIENCIA

Ya meditamos un poco sobre el amor y la fe de Jesús. Ahora veremos cómo Jesús fue ejemplo de obediencia. A pesar del sufrimiento Jesús aprendió la obediencia, a través de dar su vida por nosotros, muerte de cruz. Una forma de morir muy vergonzosa, de las más terribles que ha existido en la historia.

Hoy día la inyección letal mas bien parece un trato atento y considerado. Donde el paciente, que es lo que parece un reo en esa situación, es mejor atendido que un enfermo en la sala de operaciones, o un herido en la sala de emergencias. Dice la palabra que Jesús enmudeció, no abrió su boca, como un cordero fue llevado al matadero.

Por qué no queremos dejarnos usar por Dios de la misma manera que lo hizo Jesús. “Es que él era Dios” dicen muchos. No tenía mas armas que las que tenemos nosotros. Las promesas de su palabra. La fe, la confianza y la esperanza en Dios. No la podemos tener también nosotros?

Antes de irse, Jesús dijo: “las obras que yo hago, ustedes también las harán, y aún mayores harán porque Yo voy al Padre” ¿Qué cosas mayores han hecho en su nombre?

Nosotros no sabemos ser obedientes. Cuando nuestros padres lograban hacernos obedecer, posiblemente era a través de amenazas, intimidaciones o chantajes. Ofrecer premios a los hijos por su obediencia no está en juego. Los premios son otra cosa. Los premios son aparte. Porque un niño obedezca no hay recompensas materiales.

Aunque muchas veces vale la pena premiar, pero no la obediencia sino el esfuerzo. Lo malo es que a veces las órdenes que esperamos sean obedecidas son confundidas con esfuerzo aparte.

Por ejemplo un niño necesita estudiar todos los días y hacer sus tareas, sacar notas aceptables que demuestren que está aprendiendo, poniendo atención y cumpliendo en el colegio o escuela. Pero los padres les castigan si no fueron los mejores de la clase. Si el niño no tiene el primer lugar en calificaciones lo tratan como a un desobediente que necesita castigo.

Un desobediente necesita reprensión, pero quien no alcanza el primer lugar necesita consuelo. Un deportista que compite y llega hasta la meta en último lugar, necesita aprecio, palabras de aliento. Quien llega en primer lugar necesita un aplauso, un premio y una felicitación.

En el camino de la vida hay premios, y en el día final habrá muchos galardones y premios, pero la obediencia no está en juego. La obediencia tiene que existir en nuestras vidas. Una persona obediente puede salvar su vida. Cuando un niño obediente escucha de la voz de su padre o madre, su propio nombre, se detiene y atiende al llamado inmediatamente, podemos evitar un accidente con un niño así. Los niños aprenden a obedecer a sus padres. Cuando crecen si no saben obedecer, tienen problemas con las leyes de sus países. Mas adelante conocen y obedecen a Dios.

De adultos no tienen las bendiciones de Dios si no le saben obedecer. Para tener las promesas de Dios necesitamos ser obedientes, y las acciones muchas veces no son inmediatas. No son reacciones como la de los golpes, inmediatamente después de un golpe viene el dolor.

La causa y el efecto de la obediencia en Dios puede esperar años para verse contestada. Para ver recompensa o premio por la obediencia es como una gota continua. Debes obedecer sin parar, para luego ver también cosechas. Y la desobediencia siempre destruye lo bueno que hemos sembrado.

Cuando sembramos con lágrimas y cosechamos con regocijo, puede pasar mucho tiempo de por medio. Pero lo importante es que en medio de esas lágrimas exista obediencia, si no hay obediencia aunque estemos sembrando con lágrimas no vamos a cosechar. Es como si al rato de sembrar las semillas y regarlas, llegáramos a pisotear y revolver la tierra, no va a crecer ninguna semilla, no va a llegar a darnos el fruto deseado, ni vamos a ver la cosecha.

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