domingo, 20 de abril de 2008

JESUS MI EJEMPLO DE VIDA III


“Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.
Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera”.
Mateo 11:29

SU HUMILDAD

De humildad, podemos aprender en la vida de Jesús, además de sus palabras. Y nosotros muchas veces confundimos lo que es ser humilde. Jesús era humilde pero también tenía valor, coraje, carácter, valentía. En otras palabras era esforzado, valiente, no desmayaba y no tenía temor. Y además era perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. O sea tenía todo, todas las virtudes, todas las cualidades, las había cultivado y cuidado con esmero.

Jesús no era tímido pero era humilde. No creo que haya dicho alguna vez, “tengo miedo” aunque no sabemos si acaso lo sentía o lo pensaba, mientras era formado y perfeccionado para su ministerio. Cuando tomó en sus manos la batuta para dirigir a su equipo, en tres años cumplió con lo que se había propuesto.

Lo hizo con firmeza y valor. Imagine si Él hubiera dicho no me animo a hablarles a estos cinco mil varones, además están sus esposas y sus hijos con ellos, y además otras muchas mujeres, solteras, viudas, etc.” Imagine si hubiera dicho “son muchos, no me van a escuchar, no alcanzarán a oír mi voz, o no van a poner atención porque tienen hambre”. El Señor pudo haber puesto pretextos para no hacer lo que su padre le envió hacer, y acordarse de que era un Rey del Universo, un Señor de Señores, un Rey de Reyes, un León de la Tribu de Judá, un Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz, un Cordero de Dios, un Mesías Prometido, un Todopoderoso, un Ser Superior.

¿Acaso no fue humilde? Como siendo todo eso vino a nacer, se hizo hombre, y vivió como humano durante treinta años. Con todas las desventajas delante de ser Dios que eso significaba. Antes de venir fue humilde. Al darse cuenta desde que iba descubriendo en las profecías y los Salmos, y en la ley de Moisés, de que todas hablaban de Él, ¿acaso no era humilde ese hombre?

Quién de nosotros se rebajaría a convertirse en algún animal. Yo creo que nadie, por mucho que a alguien le gusten los animales, estaría mal de su mente si se quisiera convertir en uno, sobre todo para siempre. Jesús se hizo hombre y no dejó de serlo cuando resucitó y fue glorificado. Cuando fue llevado al cielo se fue como hombre, y nunca dejó de ser Dios. “Dios y hombre verdadero.”

Muchos fantasean e imaginan ser algún animal. Y en la palabra para enseñarnos Dios nos hace la comparación con animales, por ejemplo las ovejas, los bueyes, los búfalos, las palomas, las aves de los cielos, las bestias del campo, pero eso no quiere decir que lo seamos. Solo nos parecemos mucho en algunas cosas. Y sobre todo para que aprendamos.

De ser un Ser superior que no necesita comer ni dormir; no necesita bañarse, eso es para el cuerpo humano; que no necesita ir al baño; ¿Cómo pudo despojarse de ser Dios y hacerse hombre? Por amor llevó a cabo un acto de humildad. Tener la paciencia de lidiar con los hombres, con sus necedades, con sus debilidades, con su ignorancia, con su torpeza. Todavía sigue lidiando con nosotros.

Pero es necesario admirarle para imitarle. Es necesario que veamos cuán humilde ha sido Él. Principalmente porque nosotros debemos hacer lo mismo. Llegamos a la comprensión de que somos reyes y sacerdotes, real sacerdocio, linaje escogido. ¿Y qué pasa? Nos creemos más que los demás como si ellos no son también iguales. Somos princesa, preciosas, Él nos rescata y nos embellece, paga el precio, y ahora nosotros tan humildes, no, realmente necesitamos imitarlo.

Se nos olvida de dónde nos sacó para convertirnos en linaje escogido, de lo más vil y menospreciado del mundo. Debemos mantener la humildad que nos hizo agachar la cabeza cuando reconocimos que necesitábamos un Salvador. Cuando vimos todas las impurezas con que llegamos, con harapos, sucios, llenos de pecado, entonces fuimos un poco humildes. Pero cuando ha pasado el tiempo como que alguien tiene que recordarnos de dónde nos sacaron.

La soberbia y la altanería no vienen de Dios y están en contra de la humildad. El orgullo y el egoísmo, la envidia y la vanagloria, no vienen del Espíritu Santo. Medita evalúa tu vida, cambia, endereza el camino, aún es tiempo.

Con humildad se practica la obediencia. Nadie que es obediente tiene soberbia. Si obedece con humildad, va a llegar a terminar la carrera. Si obedece con humildad, va a recibir su premio, su corona, su galardón.

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