Tú, mujer estéril que nunca ha dado a luz, ¡grita de alegría! Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡Prorrumpe en canciones y grita con júbilo! Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada. -Dice el Señor.-
Isaías 54:1
Se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santificación, con modestia.
1º. De Timoteo 2:15
“Que vaya Beatriz” decía el niño, refiriéndose a la celebración del día de la madre, en el Colegio. No su mamá, sino la empleada que se encargaba de cuidarlo. Los niños elaboran una manualidad para entregársela ese día a su mamá, preparan actos con bailes y poemas alusivos a la madre. Y este niño valoraba y quería premiar el cariño de ella.
Definitivamente solo de una persona pudo haber nacido cada ser humano, una persona le ha dado a luz, una sola persona lo tuvo en su vientre, en un solo vientre fuimos formados muy en lo intimo y en lo secreto. Pero pueden haber muchas personas que nos dan amor de madre; incluso hay padres que suplen y saben dar amor de madre.
Muchas veces las tías y las abuelitas hacen ese papel. Otras veces las amigas de más edad y experiencia, o las esposas de los pastores, lo tal vez las hermanas mayores, son las que guían y aconsejan. En Guatemala y muchos otros países se dan los casos, que la mamá sale a trabajar, el papá no está, y la niña más grandecita se ocupa de los hermanitos, cuidan, crían y aman, como si fueran las madres. Hay madres naturales y madres espirituales.
Muchas niñas juegan y aprenden a ser madres, con muñecas. A muchas niñas les toca cuidar otros niños, eso es causa de frustración y no disfrutan de criar niños, cosa que es normal, porque una niña no es para eso. Pero luego cuando tienen a sus propios hijos, se ven afectadas por ese recuerdo, o los tratan como a nietos, o como a extraños. Algunas necesitan sanar su alma para disfrutas a sus hijos y a sus nietos.
Amar como a hijos es amar como Dios ama. Ese amor y esa preocupación cuando un hijo no regresa a casa a la hora acordada. Esas fuerzas para desvelarse hasta que llegue y saber que todo está bien, son un reflejo del amor y el cuidado que Dios tiene de sus hijos. ¡Gloria a Dios por las mamás y los papás que también son así como Él!
Es la misma forma en que nosotros amamos a nuestros hijos que Dios nos ama. Pero así como a muchas mamás les toca hacer de padre y madre en el hogar; también hay algunos hombres que llevan a cabo ese papel. Dios es un Ser completo que da la mitad de sus atributos al hombre y la otra a la mujer, se complementan cuando se casan.
¿Qué de los casos de los niños adoptados? Un humano no puede sobrevivir, cuando nace, si alguien no lo cuida. Debe haber una persona enviada por Dios para darle esos cuidados elementales que necesita un recién nacido. Tal vez son planeados por Dios.
Un mensajero de Dios es un Ángel. A la tierra venimos a cumplir una misión. Cualquiera que sea la de cada uno, es necesario descubrirla y llevarla a cabo. Y alguien debe ser quien nos proporciona esos primeros cuidados. Realmente duramos tal vez hasta los cinco o siete años necesitando los cuidados de otros.
Probablemente muchas personas no recuerdan quién les otorgó esos primeros cuidados, la mayoría de los casos es la madre. Pero algunas otras veces hay que reconoce que son las nanas, o las empleadas domésticas, las abuelitas, o las tías, etc. Tal vez pagadas con dinero, otras veces con amor. Otras veces pagadas con nada.
Lamentablemente muchas veces los muchachos y los adultos que ya se valen por sí mismos, empiezan a padecer demencia, o lagunas mentales, o posiblemente sean mal agradecidos. Pero no hay unas gracias, una flor para sorprender a esa persona que ha dado la vida en dedicación por cuidarle. No importan las fechas importa el amor.
Si las cosas se han puesto difíciles, a pesar de no tener la culpa, o no recordar desde cuándo empezó una relación tirante y decepcionante, solamente hay que averiguar con qué personas pasamos esos días, meses y años, en que no podíamos valernos por nosotros mismos. Cuando solamente sabíamos llorar. Cuando si no nos hubieran limpiado, tal vez habríamos muerto. Esa persona que nos daba de comer, o salía a trabajar para que hubiera qué llevarnos a la boca. Merece al menos un “muchas gracias”. Sean hijos del vientre o hijos del corazón (como los adoptados por ejemplo.)
No solo hay una. Podemos tener muchas madres. Esas personas que nos aman tanto como ellas. Pero aquí el punto es a quién le agradezco o a quién debo honrar. Pues un poco a todas y en su momento a cada una de ellas. Ser agradecido es ser humilde. Saber reconocer y agradecer es de sabios. Y una buena oportunidad para mostrar amor.
Si Dios nos honra con la oportunidad de cuidar a un hijo, para quien Él tiene planes, estamos siendo vasos útiles, cuidando a esas personitas que serán usadas para el engrandecimiento de su obra.
De cada hijo debemos dar cuentas a Dios. Esas son nuestras viñas, que hay que cuidar. Pero aunque no diéramos cuentas a nadie, el amor nos hace presentar a los hijos excelentes y felices delante del creador.
Y cómo ser una buena madre si no tengo hijos. A qué hijos engendro cuando nunca siquiera estuve embarazada. Dios quiere que seamos en el servicio de su reino, como madres. Realmente Él quiere que seamos madres, que engendremos hijos y muchos. En la vida natural el hombre engendra y la mujer concibe, en Dios todos engendramos.
Son todas las personas a quienes les compartimos las buenas noticias de Jesucristo, las personas que adquieren el derecho a ser hijas de Dios, y lo saben a través de nuestro testimonio y nuestro mensaje. Las personas que llegan a recibir la libertad de todas las cadenas que el mundo nos pone encima, a través de un mensaje, o un testimonio, una atención, una enseñanza, un regalo, llegan a ser como hijos nuestros.
Llegan a ser como hijos porque aman como a padres a las personas de quien reciben este tipo de regalos. Son tesoros que se hacen en el reino de los cielos. Allá es donde estamos acumulando riquezas y galardones. Pero también aquí vemos los frutos.
Por eso es que muchas mujeres sin haber tenido dolores de parto o achaques del embarazo, pueden experimentar el amor de madre, y el cariño y agradecimiento que da el tener buenos hijos. Hijos que honran a sus padres, cuando los vemos crecer, valerse por si mismos y servir a Dios, nos llenan de orgullo y satisfacción.
Miriam Argueta de Jerez
Correo: mjerez@llamadafinalguatemala.com ó miriamarje@yahoo.com
Para escribir comentarios, sugerir temas, etc.
Isaías 54:1
Se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santificación, con modestia.
1º. De Timoteo 2:15
“Que vaya Beatriz” decía el niño, refiriéndose a la celebración del día de la madre, en el Colegio. No su mamá, sino la empleada que se encargaba de cuidarlo. Los niños elaboran una manualidad para entregársela ese día a su mamá, preparan actos con bailes y poemas alusivos a la madre. Y este niño valoraba y quería premiar el cariño de ella.
Definitivamente solo de una persona pudo haber nacido cada ser humano, una persona le ha dado a luz, una sola persona lo tuvo en su vientre, en un solo vientre fuimos formados muy en lo intimo y en lo secreto. Pero pueden haber muchas personas que nos dan amor de madre; incluso hay padres que suplen y saben dar amor de madre.
Muchas veces las tías y las abuelitas hacen ese papel. Otras veces las amigas de más edad y experiencia, o las esposas de los pastores, lo tal vez las hermanas mayores, son las que guían y aconsejan. En Guatemala y muchos otros países se dan los casos, que la mamá sale a trabajar, el papá no está, y la niña más grandecita se ocupa de los hermanitos, cuidan, crían y aman, como si fueran las madres. Hay madres naturales y madres espirituales.
Muchas niñas juegan y aprenden a ser madres, con muñecas. A muchas niñas les toca cuidar otros niños, eso es causa de frustración y no disfrutan de criar niños, cosa que es normal, porque una niña no es para eso. Pero luego cuando tienen a sus propios hijos, se ven afectadas por ese recuerdo, o los tratan como a nietos, o como a extraños. Algunas necesitan sanar su alma para disfrutas a sus hijos y a sus nietos.
Amar como a hijos es amar como Dios ama. Ese amor y esa preocupación cuando un hijo no regresa a casa a la hora acordada. Esas fuerzas para desvelarse hasta que llegue y saber que todo está bien, son un reflejo del amor y el cuidado que Dios tiene de sus hijos. ¡Gloria a Dios por las mamás y los papás que también son así como Él!
Es la misma forma en que nosotros amamos a nuestros hijos que Dios nos ama. Pero así como a muchas mamás les toca hacer de padre y madre en el hogar; también hay algunos hombres que llevan a cabo ese papel. Dios es un Ser completo que da la mitad de sus atributos al hombre y la otra a la mujer, se complementan cuando se casan.
¿Qué de los casos de los niños adoptados? Un humano no puede sobrevivir, cuando nace, si alguien no lo cuida. Debe haber una persona enviada por Dios para darle esos cuidados elementales que necesita un recién nacido. Tal vez son planeados por Dios.
Un mensajero de Dios es un Ángel. A la tierra venimos a cumplir una misión. Cualquiera que sea la de cada uno, es necesario descubrirla y llevarla a cabo. Y alguien debe ser quien nos proporciona esos primeros cuidados. Realmente duramos tal vez hasta los cinco o siete años necesitando los cuidados de otros.
Probablemente muchas personas no recuerdan quién les otorgó esos primeros cuidados, la mayoría de los casos es la madre. Pero algunas otras veces hay que reconoce que son las nanas, o las empleadas domésticas, las abuelitas, o las tías, etc. Tal vez pagadas con dinero, otras veces con amor. Otras veces pagadas con nada.
Lamentablemente muchas veces los muchachos y los adultos que ya se valen por sí mismos, empiezan a padecer demencia, o lagunas mentales, o posiblemente sean mal agradecidos. Pero no hay unas gracias, una flor para sorprender a esa persona que ha dado la vida en dedicación por cuidarle. No importan las fechas importa el amor.
Si las cosas se han puesto difíciles, a pesar de no tener la culpa, o no recordar desde cuándo empezó una relación tirante y decepcionante, solamente hay que averiguar con qué personas pasamos esos días, meses y años, en que no podíamos valernos por nosotros mismos. Cuando solamente sabíamos llorar. Cuando si no nos hubieran limpiado, tal vez habríamos muerto. Esa persona que nos daba de comer, o salía a trabajar para que hubiera qué llevarnos a la boca. Merece al menos un “muchas gracias”. Sean hijos del vientre o hijos del corazón (como los adoptados por ejemplo.)
No solo hay una. Podemos tener muchas madres. Esas personas que nos aman tanto como ellas. Pero aquí el punto es a quién le agradezco o a quién debo honrar. Pues un poco a todas y en su momento a cada una de ellas. Ser agradecido es ser humilde. Saber reconocer y agradecer es de sabios. Y una buena oportunidad para mostrar amor.
Si Dios nos honra con la oportunidad de cuidar a un hijo, para quien Él tiene planes, estamos siendo vasos útiles, cuidando a esas personitas que serán usadas para el engrandecimiento de su obra.
De cada hijo debemos dar cuentas a Dios. Esas son nuestras viñas, que hay que cuidar. Pero aunque no diéramos cuentas a nadie, el amor nos hace presentar a los hijos excelentes y felices delante del creador.
Y cómo ser una buena madre si no tengo hijos. A qué hijos engendro cuando nunca siquiera estuve embarazada. Dios quiere que seamos en el servicio de su reino, como madres. Realmente Él quiere que seamos madres, que engendremos hijos y muchos. En la vida natural el hombre engendra y la mujer concibe, en Dios todos engendramos.
Son todas las personas a quienes les compartimos las buenas noticias de Jesucristo, las personas que adquieren el derecho a ser hijas de Dios, y lo saben a través de nuestro testimonio y nuestro mensaje. Las personas que llegan a recibir la libertad de todas las cadenas que el mundo nos pone encima, a través de un mensaje, o un testimonio, una atención, una enseñanza, un regalo, llegan a ser como hijos nuestros.
Llegan a ser como hijos porque aman como a padres a las personas de quien reciben este tipo de regalos. Son tesoros que se hacen en el reino de los cielos. Allá es donde estamos acumulando riquezas y galardones. Pero también aquí vemos los frutos.
Por eso es que muchas mujeres sin haber tenido dolores de parto o achaques del embarazo, pueden experimentar el amor de madre, y el cariño y agradecimiento que da el tener buenos hijos. Hijos que honran a sus padres, cuando los vemos crecer, valerse por si mismos y servir a Dios, nos llenan de orgullo y satisfacción.
Miriam Argueta de Jerez
Correo: mjerez@llamadafinalguatemala.com ó miriamarje@yahoo.com
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