miércoles, 14 de mayo de 2008

PORQUE DE TAL MANERA AMO DIOS AL MUNDO



Que ha dado a su único hijo, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16

En estos días y este mes que celebramos el día de la madre, mucho se nos dice del amor de Dios. Del amor de las madres a los hijos y muchas madres no podemos explicarnos cómo hizo el Señor para atreverse a dar su vida por amor. Como hizo el Padre para entregar al Hijo, solamente por amor.

En este mundo vamos y venimos. Con el corre y corre de cada día muchas veces se olvida agradecer. Tratamos de dar regalos, agasajos, y cumplidos a las madres, pero nos olvidamos del amor de Dios.

El nos ama siempre, todos los días. Dios puso en el amor de madre, una muestra de su amor. Un ejemplo de su amor incondicional. Solamente una madre sería capaz de dar su vida por los hijos. Pero aún así, somos tan humanas, tan faltas de perfección. Cuantas madres, principalmente en las condiciones que se encuentra la humanidad actualmente. Tanta delincuencia, tantos robos, fraudes, estafas, traiciones.

Y las madres afuera de las cárceles y los reformatorios, visitando a sus hijos y gritando “él es inocente” ¿cuántos pleitos entre hermanos, y las madres amando a todos igual, tanto al inocente como al culpable? Defendiendo, protegiendo, justificando. Pero Dios dice que “todas nuestras justicias son como trapos de inmundicia” y en otro lugar dice que “no tendrá por inocente al culpable” Dios es todo amor. Pero también es fuego consumidor. “Arrepiéntanse los malos, los listos que se aprovechan de los buenos.”

Y cuando venga por su iglesia, encontraremos que dos estarán en un mismo lugar, y uno será tomado y el otro será dejado. Dios e bueno, pero también es justo. Y es misericordioso cuando nos humillamos y pedimos su misericordia. Misericordia es amor y compasión a la miseria.

Debemos reconocer lo inútiles que somos “siervos inútiles cuando lo que nos mandó hacer, hicimos” es necesario recorrer la segunda milla. Cuando nos pidan el suéter, dar también el abrigo. Y obedecerle porque quiere obediencia y misericordia, más que sacrificios.

Su fidelidad es grande y es incomparable, pero dice “buscad al Señor, mientras pueda ser hallado” llegará el día en que no habrá quién te predique, no habrá quien te enseñe, y no se le podrá encontrar. Piénsalo, entrégale tu vida a Cristo. Y Él sabrá hacer algo bueno de esa vida. Te llenará de éxito y excelencia, y todo lo que hagas te saldrá bien.

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