Porque el SEÑOR estará siempre a tu lado y te librará de caer en la trampa.
Proverbios 3:26
Cuántas promesas hay en la Palabra de Dios, y que no nos hemos aferrado a ellas. Esta mañana me encontré con este pasaje, justo cuando más lo necesitaba, (qué casualidad), no, no es una casualidad, es Dios mostrando su cuidado. Y ahora que buscaba un tema para meditar en este espacio. Pensé ¿por qué no hablar de las promesas de Dios?
Podemos encontrar promesas de toda clase, copiarlas, escribirlas, memorizarlas, hacerlas nuestras. Porque eso es lo que Dios espera, que creamos a su Palabra, para darnos más cada día. Un día tras otro, tenemos en cada uno, la oportunidad de ver la mano de Dios.
Dios nos protege y nos defiende, nos libra de caer en la trampa. Bien sabe Dios que tenemos un enemigo, el mismo que no le ama a Él. Nos quiere hacer caer, y a veces no le cuesta nada convencernos. La mayor parte de las veces, la mayoría de las horas del día, las dedicamos a creer en el mundo y en el diablo, que a creer en Dios.
De pronto nos acordamos que existe un ser espiritual, y especial, que nos puede ayudar. A veces vamos a su palabra a ver si encontramos una respuesta. Muchas veces luego de haber buscado en otro lado, y tal vez, cuando hemos agotado todos los recursos, para encontrar solución a nuestros problemas.
¿Por qué dejamos para de último lo que debemos hacer primero? A veces nosotros mismos nos tendemos esa trampa. A veces nos metemos en unos problemas, que cuando estamos allí, no nos explicamos cómo fue que caímos, cómo nos comprometimos a algo que no podríamos cumplir, o cómo dispusimos, opinamos, o decidimos, sin consultarle a Dios.
Y cuando nos damos cuenta de que todo ha salido mal. Entonces nos percatamos de que tal vez no era fe la que teníamos cuando hicimos promesas, o compromisos, tal vez era solamente una esperanza, que no sabemos si estaba respaldada por Dios, no sabemos si estábamos decidiendo bajo su voluntad.
Así que sea que vivamos o que muramos del Señor somos. Entonces cómo podemos fallar, si nos declaramos suyos. Debemos decirlo y también creerlo. Que cuando venga un problema a nuestra vida, grande o pequeño, del Señor somos. Con salud o enfermedad, de Él somos.
El que ha prometido estar a nuestro lado, dice que: en su derecha hay larga vida, y en la izquierda honor y riquezas. Pr. 3:16 De qué mano del Señor te quieres agarrar. A veces hasta cantamos que estamos tomados de su mano. Pero con nuestros hechos le mostramos al mundo que no es verdad. No le creemos.
Si de verdad le creyéramos, cuando pedimos que alguien que crea en Él, cualquiera que crea; nos ponga la mano encima y ore, o sencillamente obedezca al llamado y la promesa del Señor, “impondrán las manos sobre los enfermos y éstos sanarán” no dice a partir del año dos mil. No dice antes de que llegue el año dos mil diez.
Dice que sus discípulos vayan por todo el mundo. Y ya fueron sus discípulos por todo el mundo, ya todo aquel que cree ha sido bautizado, o todavía no han creído todos. La oportunidad acaso ya pasó, y ya no se puede creer en Él? No, la oportunidad todavía está abierta. “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tu y tu casa.”
Todavía a todos los que le crean, a todos los que le reciban, los que crean en su nombre, todavía se les da la potestad de ser hechos hijos de Dios. Esas promesas no se han quedado en el pasado ni en el recuerdo. Existen y son reales. Y están a la mano, al alcance de todo el que se lo cree.
Todavía hay una promesa de larga vida a aquel que honre a su padre y a su madre. También se puede invocar su nombre “todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo” “Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado.” Sigue vigente.
Además sigue existiendo el llamado a probarle en esto, a ver si no se abren las ventanas de los cielos hasta que sobre abunde, y la promesa de que va a reprender al devorador. ¿Te sigue atacando el devorador? No será que no le estás dando la parte de tu sueldo que le corresponde por derecho, Él te dio un trabajo, y nueve partes del salario son tuyas, una sola es para Él, una sola es de Dios.
¿Cuándo vas a empezar a buscar en la Biblia cuántas promesas tiene Dios para ti?. Dios quiere que te las aprendas, que las memorices, que las medites y que las creas.
Proverbios 3:26
Cuántas promesas hay en la Palabra de Dios, y que no nos hemos aferrado a ellas. Esta mañana me encontré con este pasaje, justo cuando más lo necesitaba, (qué casualidad), no, no es una casualidad, es Dios mostrando su cuidado. Y ahora que buscaba un tema para meditar en este espacio. Pensé ¿por qué no hablar de las promesas de Dios?
Podemos encontrar promesas de toda clase, copiarlas, escribirlas, memorizarlas, hacerlas nuestras. Porque eso es lo que Dios espera, que creamos a su Palabra, para darnos más cada día. Un día tras otro, tenemos en cada uno, la oportunidad de ver la mano de Dios.
Dios nos protege y nos defiende, nos libra de caer en la trampa. Bien sabe Dios que tenemos un enemigo, el mismo que no le ama a Él. Nos quiere hacer caer, y a veces no le cuesta nada convencernos. La mayor parte de las veces, la mayoría de las horas del día, las dedicamos a creer en el mundo y en el diablo, que a creer en Dios.
De pronto nos acordamos que existe un ser espiritual, y especial, que nos puede ayudar. A veces vamos a su palabra a ver si encontramos una respuesta. Muchas veces luego de haber buscado en otro lado, y tal vez, cuando hemos agotado todos los recursos, para encontrar solución a nuestros problemas.
¿Por qué dejamos para de último lo que debemos hacer primero? A veces nosotros mismos nos tendemos esa trampa. A veces nos metemos en unos problemas, que cuando estamos allí, no nos explicamos cómo fue que caímos, cómo nos comprometimos a algo que no podríamos cumplir, o cómo dispusimos, opinamos, o decidimos, sin consultarle a Dios.
Y cuando nos damos cuenta de que todo ha salido mal. Entonces nos percatamos de que tal vez no era fe la que teníamos cuando hicimos promesas, o compromisos, tal vez era solamente una esperanza, que no sabemos si estaba respaldada por Dios, no sabemos si estábamos decidiendo bajo su voluntad.
Así que sea que vivamos o que muramos del Señor somos. Entonces cómo podemos fallar, si nos declaramos suyos. Debemos decirlo y también creerlo. Que cuando venga un problema a nuestra vida, grande o pequeño, del Señor somos. Con salud o enfermedad, de Él somos.
El que ha prometido estar a nuestro lado, dice que: en su derecha hay larga vida, y en la izquierda honor y riquezas. Pr. 3:16 De qué mano del Señor te quieres agarrar. A veces hasta cantamos que estamos tomados de su mano. Pero con nuestros hechos le mostramos al mundo que no es verdad. No le creemos.
Si de verdad le creyéramos, cuando pedimos que alguien que crea en Él, cualquiera que crea; nos ponga la mano encima y ore, o sencillamente obedezca al llamado y la promesa del Señor, “impondrán las manos sobre los enfermos y éstos sanarán” no dice a partir del año dos mil. No dice antes de que llegue el año dos mil diez.
Dice que sus discípulos vayan por todo el mundo. Y ya fueron sus discípulos por todo el mundo, ya todo aquel que cree ha sido bautizado, o todavía no han creído todos. La oportunidad acaso ya pasó, y ya no se puede creer en Él? No, la oportunidad todavía está abierta. “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tu y tu casa.”
Todavía a todos los que le crean, a todos los que le reciban, los que crean en su nombre, todavía se les da la potestad de ser hechos hijos de Dios. Esas promesas no se han quedado en el pasado ni en el recuerdo. Existen y son reales. Y están a la mano, al alcance de todo el que se lo cree.
Todavía hay una promesa de larga vida a aquel que honre a su padre y a su madre. También se puede invocar su nombre “todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo” “Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado.” Sigue vigente.
Además sigue existiendo el llamado a probarle en esto, a ver si no se abren las ventanas de los cielos hasta que sobre abunde, y la promesa de que va a reprender al devorador. ¿Te sigue atacando el devorador? No será que no le estás dando la parte de tu sueldo que le corresponde por derecho, Él te dio un trabajo, y nueve partes del salario son tuyas, una sola es para Él, una sola es de Dios.
¿Cuándo vas a empezar a buscar en la Biblia cuántas promesas tiene Dios para ti?. Dios quiere que te las aprendas, que las memorices, que las medites y que las creas.