Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; si, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Génesis 17:16
Veamos y meditemos sobre uno de los regalos más grandes que nos ha brindado el creador. La maternidad, el momento en que nuestra vida cambia para siempre, cuando nos convertimos en madres. Ya no nos preocupa qué nos pase, sino a ellos, los hijos.
Así como cambia nuestra vida cuando se la entregamos al Señor, también damos un cambio grande a todo lo que hacemos, a nuestras costumbres, influye en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestras costumbres, el matrimonio y la maternidad también. Ya tenemos alguien por quién responder, por quién dar cuentas.
Involucra hacer felices a otras personas. Principalmente a los abuelos. Convertirse en abuelos, es tener una oportunidad de dicha en la vida. Los nietos son corona de los abuelos, qué es una corona? Algo que se lleva sobre la cabeza, que nos invita a una pose erguida, y serena, no se puede andar con corona y agachados o deprisa. Ellos meditan y dan gracias a Dios por el regalo de los nietos. Y viven los años más felices de su vida.
Y a los padres les llega la oportunidad de ser más responsables. Muchos padres desde el mismo día que nacen sus hijos, aparecen buscando en el periódico nuevas oportunidades de trabajo. Empiezan a meditar y analizar lo que le van a proveer a ese pequeño ser. Quieren proveer y satisfacer todas las necesidades de su familia.
Una madre por el contrario empieza a experimentar su maternidad, desde que en su cuerpo hay cambios y sospecha o cree en la posibilidad de haber quedado embarazada. Es entonces cuando empieza a cambiar nuestra mentalidad, empiezan las ilusiones y los sueños. Empezamos a sentirnos protectoras de ese vientre, porque guarda a un niño.
Desde la pregunta ¿Será que estoy embarazada? Y esperar al momento de confirmarlo ya es una situación de ansiedad. Eso en el caso de desearlo, por supuesto. Porque las mujeres que no desean un embarazo, pasan días terribles con la angustia de confirmarlo.
El niño que ahora tiene diez años, estuvo una vez de cinco y algún día de un año. Y existía aún antes de nacer, en el vientre de su madre, ¿desde cuando existía ya? ¿Desde cuándo es que Dios le veía en lo secreto, cuando era formado, y nada le era oculto?
La maternidad no empieza cuando nace el niño. Una mujer es madre desde que un ser vivo está dentro de ella. Formándose y viviendo. Ahora con la alta tecnología, las personas pueden ver a sus niños casi perfectamente en los ultrasonidos. Pero Dios nos ve desde allí, y conoce nuestros órganos y lo profundo de nuestro ser.
Así como debemos tener los cuidados de vitaminizarnos para transmitir salud a ese bebé, así también debemos transmitir a su alma, la palabra de Dios necesaria, para que se empiece a fortalecer, y cuando nazca sea una persona victoriosa y vencedora.
La maternidad es una bella oportunidad que Dios nos brinda a las mujeres. Y no solamente las que experimentan un embarazo, son madres. Así también la maternidad no es solamente el embarazo. El tiempo de espera de un niño y el tiempo de tenerlo entre los brazos, cuidarlo y criarlo, es el tiempo de la maternidad.
Veamos y meditemos sobre uno de los regalos más grandes que nos ha brindado el creador. La maternidad, el momento en que nuestra vida cambia para siempre, cuando nos convertimos en madres. Ya no nos preocupa qué nos pase, sino a ellos, los hijos.
Así como cambia nuestra vida cuando se la entregamos al Señor, también damos un cambio grande a todo lo que hacemos, a nuestras costumbres, influye en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestras costumbres, el matrimonio y la maternidad también. Ya tenemos alguien por quién responder, por quién dar cuentas.
Involucra hacer felices a otras personas. Principalmente a los abuelos. Convertirse en abuelos, es tener una oportunidad de dicha en la vida. Los nietos son corona de los abuelos, qué es una corona? Algo que se lleva sobre la cabeza, que nos invita a una pose erguida, y serena, no se puede andar con corona y agachados o deprisa. Ellos meditan y dan gracias a Dios por el regalo de los nietos. Y viven los años más felices de su vida.
Y a los padres les llega la oportunidad de ser más responsables. Muchos padres desde el mismo día que nacen sus hijos, aparecen buscando en el periódico nuevas oportunidades de trabajo. Empiezan a meditar y analizar lo que le van a proveer a ese pequeño ser. Quieren proveer y satisfacer todas las necesidades de su familia.
Una madre por el contrario empieza a experimentar su maternidad, desde que en su cuerpo hay cambios y sospecha o cree en la posibilidad de haber quedado embarazada. Es entonces cuando empieza a cambiar nuestra mentalidad, empiezan las ilusiones y los sueños. Empezamos a sentirnos protectoras de ese vientre, porque guarda a un niño.
Desde la pregunta ¿Será que estoy embarazada? Y esperar al momento de confirmarlo ya es una situación de ansiedad. Eso en el caso de desearlo, por supuesto. Porque las mujeres que no desean un embarazo, pasan días terribles con la angustia de confirmarlo.
El niño que ahora tiene diez años, estuvo una vez de cinco y algún día de un año. Y existía aún antes de nacer, en el vientre de su madre, ¿desde cuando existía ya? ¿Desde cuándo es que Dios le veía en lo secreto, cuando era formado, y nada le era oculto?
La maternidad no empieza cuando nace el niño. Una mujer es madre desde que un ser vivo está dentro de ella. Formándose y viviendo. Ahora con la alta tecnología, las personas pueden ver a sus niños casi perfectamente en los ultrasonidos. Pero Dios nos ve desde allí, y conoce nuestros órganos y lo profundo de nuestro ser.
Así como debemos tener los cuidados de vitaminizarnos para transmitir salud a ese bebé, así también debemos transmitir a su alma, la palabra de Dios necesaria, para que se empiece a fortalecer, y cuando nazca sea una persona victoriosa y vencedora.
La maternidad es una bella oportunidad que Dios nos brinda a las mujeres. Y no solamente las que experimentan un embarazo, son madres. Así también la maternidad no es solamente el embarazo. El tiempo de espera de un niño y el tiempo de tenerlo entre los brazos, cuidarlo y criarlo, es el tiempo de la maternidad.