Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, se les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios.
Juan 1:12
Los hijos adoptivos.
La maternidad también involucra hijos adoptivos. No hijos de sangre ni del vientre. También debemos pensar que hay hijos y hay madres que no tienen esa relación de los nueve meses anteriores a su nacimiento. Incluso más, meses o años. Pero que son verdaderas madres y verdaderos padres. Hay un dicho común en el cual decimos “padre no es el que engendra sino el que cría.”
Cuando hablamos de madre también podemos aplicarlo al padre. Así como en una concordancia al buscar el significado de madre encontramos madre = padre. Es lo mismo como cuando decimos hombre y mujer. Cada uno identificado con un nombre. Un nombre especial que les define y explica una función. Pero a la vez se escribe y suena diferente. Como caballo y yegua. O vaca y toro. Etc.
Dios inventó los hijos adoptivos. Y es Él quien nos demuestra que se puede amar a un hijo adoptivo igual que a uno propio. Como en el caso del Padre Dios, con él. Él lo ama demasiado, lo ama tantísimo como nos ama a nosotros. Que somos los adoptados.
Y en eso de los niños adoptivos nosotros podemos ver una gran enseñanza de Dios. Piense en una madre y un padre que no tienen hijos, pero que tienen mucho dinero, y muchas posibilidades de tenerlos bien. Y con mucho amor de padres dispuestos a dar.
Entonces empiezan por adoptar un niño. Pero estos padres felices, tienen la posibilidad de adoptar otro hijo, y luego otro más. Así se ha formado una gran familia. Y de pronto la pareja tiene una noticia nueva, viene un hijo propio. ¿Qué hacen con los demás? Pues nada, siguen siendo sus hijos amados. Y luego viene otro hijo propio, por supuesto que no le cierran la oportunidad a la bendición de Dios.
Pero será que siguen adoptando niños, viendo que ya pueden tener hijos de su sangre. Lo más seguro es que hasta allí dejen de adoptar. Y aunque los aman igual a todos, ya no adoptan más. Porque saben que existe la posibilidad que siga llegando los verdaderos hijos. Todos son hijos y todos son herederos.
Ahora vea a donde le quiero llevar. Esto mismo pasa con Dios, su pueblo escogido y nosotros. Nosotros somos el pueblo gentil. Los que no somos sus verdaderos hijos, ni su pueblo escogido. Ese pueblo está peleado con él porque no quiso creer en el Hijo de Dios. Y estamos llegando poco a poco a sus pies los adoptivos.
Pero llegará un día en el que su pueblo escogido crea en Él. Y empezarán a llegar a sus pies, y creo que están llegando ya. Pero gracias a Dios y a su gran misericordia, todavía le podemos encontrar “Buscad al Señor mientras puede ser hallado” porque va a llegar un día en que se nos cierre esa posibilidad. Y habrá oportunidad solamente para aquellos que desde el principio fueron sus escogidos.
Así que es ahora y es hoy cuando tenemos la puerta abierta. Es ahora cuando Él está a la puerta nuestra y llama. Es ahora cuando podemos entregarle nuestra vida y llegar a ser hijos de Dios. Porque es a todos los que le recibieron y a los que creen en su nombre a los que se les dio la potestad o el poder.
Juan 1:12
Los hijos adoptivos.
La maternidad también involucra hijos adoptivos. No hijos de sangre ni del vientre. También debemos pensar que hay hijos y hay madres que no tienen esa relación de los nueve meses anteriores a su nacimiento. Incluso más, meses o años. Pero que son verdaderas madres y verdaderos padres. Hay un dicho común en el cual decimos “padre no es el que engendra sino el que cría.”
Cuando hablamos de madre también podemos aplicarlo al padre. Así como en una concordancia al buscar el significado de madre encontramos madre = padre. Es lo mismo como cuando decimos hombre y mujer. Cada uno identificado con un nombre. Un nombre especial que les define y explica una función. Pero a la vez se escribe y suena diferente. Como caballo y yegua. O vaca y toro. Etc.
Dios inventó los hijos adoptivos. Y es Él quien nos demuestra que se puede amar a un hijo adoptivo igual que a uno propio. Como en el caso del Padre Dios, con él. Él lo ama demasiado, lo ama tantísimo como nos ama a nosotros. Que somos los adoptados.
Y en eso de los niños adoptivos nosotros podemos ver una gran enseñanza de Dios. Piense en una madre y un padre que no tienen hijos, pero que tienen mucho dinero, y muchas posibilidades de tenerlos bien. Y con mucho amor de padres dispuestos a dar.
Entonces empiezan por adoptar un niño. Pero estos padres felices, tienen la posibilidad de adoptar otro hijo, y luego otro más. Así se ha formado una gran familia. Y de pronto la pareja tiene una noticia nueva, viene un hijo propio. ¿Qué hacen con los demás? Pues nada, siguen siendo sus hijos amados. Y luego viene otro hijo propio, por supuesto que no le cierran la oportunidad a la bendición de Dios.
Pero será que siguen adoptando niños, viendo que ya pueden tener hijos de su sangre. Lo más seguro es que hasta allí dejen de adoptar. Y aunque los aman igual a todos, ya no adoptan más. Porque saben que existe la posibilidad que siga llegando los verdaderos hijos. Todos son hijos y todos son herederos.
Ahora vea a donde le quiero llevar. Esto mismo pasa con Dios, su pueblo escogido y nosotros. Nosotros somos el pueblo gentil. Los que no somos sus verdaderos hijos, ni su pueblo escogido. Ese pueblo está peleado con él porque no quiso creer en el Hijo de Dios. Y estamos llegando poco a poco a sus pies los adoptivos.
Pero llegará un día en el que su pueblo escogido crea en Él. Y empezarán a llegar a sus pies, y creo que están llegando ya. Pero gracias a Dios y a su gran misericordia, todavía le podemos encontrar “Buscad al Señor mientras puede ser hallado” porque va a llegar un día en que se nos cierre esa posibilidad. Y habrá oportunidad solamente para aquellos que desde el principio fueron sus escogidos.
Así que es ahora y es hoy cuando tenemos la puerta abierta. Es ahora cuando Él está a la puerta nuestra y llama. Es ahora cuando podemos entregarle nuestra vida y llegar a ser hijos de Dios. Porque es a todos los que le recibieron y a los que creen en su nombre a los que se les dio la potestad o el poder.